Las fronteras solo dividen y empeoran.

    Es por todos sabido que las fronteras sirven para una infinitud de cosas: para proteger, para dividir, para sitiar, para impedir (o restringir) la entrada (o la salida) en un determinado sitio... En definitiva, para aislar. Esto lo podemos ver en las fronteras de muchas naciones. No obstante, no vamos a hablar de las fronteras que limitan la migración, sino del mal que hacen las fronteras que limitan el comercio. Asimismo, demostrar que, desde el punto de vista económico global, el comercio y la globalización (acompañado de otros factores, como el institucional) son las mejores formas para conseguir ese crecimiento económico que muchos países en desarrollo necesitan.

    Uno de los mayores exponentes del comercio es el gran Adam Smith, este apostaba por el intercambio de los productos (o recursos) de cada país que, al especializarse en lo que es más productivo aprovechando su ventaja comparativa (una ventaja relativa de producción que tiene un país sobre otros), aumentaría indudablemente la eficiencia de todas las naciones que participan en ese intercambio. Resumiendo, un país A tiene ventaja comparativa produciendo vino, por lo que empieza a producir vino porque es más productivo en ello (al igual que el resto de países se especializan en otros determinados productos), y luego comercializa con ese vino, lo vende y obtiene beneficios. Además, ese país compraría el resto de productos a los demás países que también han sido especializados. Esto lo podemos ver en la teoría de juegos, que demuestra que la especialización y el comercio aumentan, sin duda alguna, la eficiencia del mercado y lo hace más grande también. 


    En los gráficos siguientes, podremos ver las fronteras de posibilidades de producción de dos personas en una isla desierta que pescan y recolectan cocos, y también se ve que gracias al comercio, sobrepasan dicha frontera de consumo porque ambos se especializan en un producto, se vuelven más eficientes y consiguen un mayor consumo:

Y aquí podemos apreciar la correlación que existe entre las exportaciones y el crecimiento del PIB; cuanto más exportaciones haya, mayor crecimiento económico: 

    Por otro lado, en primera instancia pueden haber argumentos sólidos a favor del proteccionismo basados prácticamente en el nacionalismo. Uno de los argumentos a favor del proteccionismo es evitar que se derrumben ciertas industrias nacionales con el objetivo de que aquellos que trabajen en dicha industria no pierdan su trabajo. Es un argumento que muchos políticos, sea derecha o izquierda, usan para obtener votos a través del populismo: político promete proteger la industria de la que dependen "x" personas, y esas "x" personas lo votarán para no perder sus puestos de trabajo. No obstante, estamos viendo aquí lo mejor para la economía en su conjunto, y para proteger una industria que está arruinada y es poco eficiente hay que usar los recursos de otra que sí es eficiente, por lo que asistimos a una pérdida de la competitividad.  

    También están en contra del dumping (vender productos por debajo de su precio). Esto pasa en países como China o India, que tienen la mano de obra mucho más barata que el resto de países, por consiguiente, las empresas cuya producción se ejerza en esos países podrán bajar los costes de producción y vender los productos más baratos. 

    Podemos ver que, el proteccionismo sola y exclusivamente beneficia a aquellas instituciones nacionales de dicho país que decide tomar medidas proteccionistas, mientras que se ha demostrado que el comercio y la globalización beneficia mucho más a la economía en general y al mercado porque los hace más eficientes.

¿Y qué es mejor para los países en desarrollo?

    Muchos teóricos del proteccionismo afirma que introducir a los países en desarrollo en el libre comercio solamente provocaría una explotación de los países ricos sobre los pobres: se explotan los recursos de los países en desarrollo, se les paga mal a los trabajadores locales y los beneficios se los llevan las multinacionales. Y Joseph E. Stiglitz afirma que los países más pobres, los africanos, carecen de unas sólidas instituciones que ayuden la integración de dichos países al comercio internacional, por lo que sería muy peligroso para esos países participar en la globalización sin instituciones fuertes.

    Sin embargo, en 1960, un grupo de países asiáticos (Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur) obviaron las hipótesis de los proteccionistas y entraron al libre comercio, pero gracias a un Estado desarrollista. Así pues, esos países actuaron de forma inteligente, se centraron las inversiones en sus sectores estratégicos, financiaron considerablemente la tecnología y también la educación, para poder preparar y especializar a sus habitantes con el objetivo de que puedan ser capaces de usar dicha maquinaria y tecnología. Así que las empresas industriales empezaron a exportar sus productos. Todo esto ocasionó que tuvieran un crecimiento económico tan rápido que se vio reflejado en los ingresos per cápita de cada país (véase datos de DataBank). 

    No obstante, los países africanos y latinoamericanos no consiguieron dichos objetivos por razones meramente políticas: no hubo incentivos al rendimiento, se establecieron redes clientelares entre el Estado y las empresas para beneficiarse solamente entre sí. Además, en países como Corea del Sur o Taiwán, las empresas debían demostrar al Estado que eran eficientes y obtenían beneficios para ser unilateralmente protegidas por un tiempo. De esta forma, se potenciaba el crecimiento y el desarrollo, cosa que no se hizo ni se hace en Latinoamérica ni en África. 


Enlaces de interés: 
 
https://www.globalhisco.com/2013/10/el-papel-del-libre-comercio-lo-largo-de.html

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/03/130319_becha_tecnologica_asia_america_latina_ap.shtml

https://nadaesgratis.es/fernandez-villaverde/muerte-en-corea-o-funciona-la-politica-industrial


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